sábado, 13 de abril de 2013

El plancton puede absorber hasta el doble de CO2 que se creía

La necesidad ha llevado a los investigadores a revisar los paradigmas establecidos. Y uno que hasta la fecha no se había tocado era la llamada relación de Redfield, que desde los años treinta del siglo pasado había fijado la proporción de carbono, nitrógeno y fósforo del plancton. Pues resulta que esa regla estaba infravalorada, según publican investigadores de la Universidad de California en Irvine en Nature Geoscience.
 
Es un dato importante. Estos tres nutrientes son clave para el desarrollo de la vida, pero también es un indicador de la capacidad de los organismos marinos para echar una mano al ser humano en su lucha, por ejemplo, contra los gases de efecto invernadero. Y es que la proporción de carbono que es absorbido por el plancton es el doble de lo que el oceanógrafo estadounidense había predicho.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores han tomado medidas a diferentes profundidades en varias localizaciones (Bermudas, Hawai, pero también en el mar de Bering o las costas frente a Dinamarca), además de utilizar datos recogidos por otros observadores.
 
Elegir lugares tropicales y otros muy fríos ha sido determinante para las conclusiones del trabajo. Redfield, con las mediciones de la época, había determinado una proporción fija entre la cantidad de carbono, nitrógeno y fósforo que debía contener el plancton estuviera donde estuviera. Pero ha resultado que no. Las proporciones de los tres elementos clave para la vida (no en vano nitrógeno y fósforo son componentes de fertilizantes también en tierra firme) varían en función de la latitud, y es en las zonas más cerca del Ecuador (más cálidas) donde proporcionalmente hay más carbono.
 
El resultado es que el mar —o, mejor dicho, esa sopa de animales y algas microscópicas que forman el plancton— puede absorber, según estos nuevos estudios, hasta el doble de CO2 del que se creía. Cuando muchos esfuerzos se dirigen a buscar sumideros y sitios donde almacenar los gases emitidos por las fábricas para limitar el efecto invernadero, este revolcón a una teoría de 80 años abre una nueva posibilidad.

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