La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha presentado en Madrid su informe anual, el World Energy Outlook (WEO) 2013, que reúne los últimos datos disponibles en materia de política energética y hace un estudio sobre las previsiones de la demanda y la oferta de energía.
Coincidiendo con los datos del Panel Intergubernamental de Naciones Unidas para el Cambio Climático (IPCC), que reúne a expertos científicos en el estudio del cambio climático, el informe de la Agencia Internacional de la Energía muestra que los ritmos de consumo energético mundiales actuales nos conducen hacia niveles desastrosos de CO2 que nos llevarán a un calentamiento global irreversible y apunta que las subvenciones a los combustible fósiles continúan creciendo en lugar de disminuir.
Como de costumbre la organización, con sede en París, presenta tres escenarios para los líderes mundiales: uno que muestra lo que pasaría si seguimos haciendo lo mismo que hasta ahora (BAU = “business as usual”), otro que añade medidas adicionales (“nuevas políticas”) y un tercero que incluye lo que se supone que habría que hacer para tener posibilidades de mantener el calentamiento global por debajo de 2º C (escenario “450 ppm”, llamado así porque esa es la concentración de gases de efecto invernadero que, si se supera, no sería posible evitar los 2 grados de subida de temperaturas).
En el escenario de "nuevas políticas", que es el intermedio, las emisiones de CO2 relacionadas con la energía aumentarán en un 20% a 37.200 millones de toneladas anuales (37,2 Gt) en 2035. Lo que supone un aumento de la temperatura a largo plazo de 3,6 º C.
Por otra parte, a quien esté familiarizado con la idea de que las concentraciones de CO2 deberán permanecer entre 350 y 450 ppm respecto de los niveles pre-industriales para alcanzar el objetivo de no superar los 2 ºC, no le gustará escuchar de la propia AIE que en el escenario medio de “nuevas políticas”, ¡se alcanzarán las 700 ppm a la vuelta del siglo que viene!
Así que parece claro que, de los tres escenarios planteados por la AIE, todos los esfuerzos deberían centrarse en seguir el tercero, es decir, aquel en el que se reduce el riesgo de un cambio climático catastrófico, para lo cual la demanda mundial de carbón y petróleo tendrá que caer hasta 2035 y la demanda de gas aumentará mucho menos de lo previsto.
Si queremos evitar la subida peligrosa del nivel del mar, los huracanes más fuertes y aquellos eventos de los que Naciones Unidas ha hablado en la última publicación del IPCC de este año, cerca de tres cuartas partes de las reservas de petróleo (que todavía no están en producción) en el mundo tendrán que permanecer sin explotar.
Por todo esto, si escuchamos a los expertos, resulta evidente la importancia de no buscar nuevas reservas de petróleo para explotar, siendo el ejemplo más claro el petróleo del Ártico, del que la propia AIE subraya los riesgos ambientales, así como sus altos costes.
Sin embargo, la AIE sí que destaca la importancia de apoyar a las Energías Renovables. Este informe es por tanto la última evidencia que verifica la importancia de centrarnos en políticas energéticas sostenibles de forma inmediata, con el objetivo de reducir las emisiones de CO2, potenciar la eficiencia y el ahorro energético y desarrollar las energías renovables.
Esperamos y deseamos que los políticos que nos representan sepan escuchar a los expertos energéticos y climáticos y tengan en cuenta sus recomendaciones para evitar el cambio climático más perjudicial.
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