lunes, 14 de abril de 2014

¿Funciona el sistema de reciclaje de los envases?

Botellas y bidones de plástico y aluminio amontonados / Foto: EcoembesEcoembes es la empresa encargada de la gestión de los envases que van al contenedor amarillo en España. Sus clientes son las empresas productoras de envases que son, legalmente desde la reforma de 1997, las propietarias de estos recipientes y las responsables de su gestión y eliminación.
Así, según las propias memorias que publica Ecoembes, estas compañías aportan millones de euros anuales para que ellos se encarguen de recoger los envases y reciclarlos o destruirlos, puesto que una normativa europea prohibirá echar un solo envase más –especialmente de plástico– en un vertedero a partir de 2020.
Según Ecoembes, el actual modelo de recogida y reciclaje “es el único sistema capaz de gestionar el 100% de los envases”.
Los problemas empiezan cuando se pregunta si la citada cifra de reciclado es sobre el total de envases producidos o sobre los que se han recogido en los contenedores amarillos. La publicidad de Ecoembes es muy imprecisa en este punto. De hecho, según Eurostad, en 2010 se reciclaron solamente el 25% de los envases de plástico españoles mientras Ecoembes asegura que fueron el doble.
Mientras el reciclaje del papel, vidrio, metal y restos orgánicos está más o menos bien resuelto, el tratamiento del plástico es la gran cuestión pendiente de los residuos urbanos. A nivel mundial sólo se recicla un 5% del plástico que se produce, entre otros motivos porque buena parte del mismo es difícilmente reciclable –al menos a un precio razonable– y a menudo imposible, por las normativas sanitarias, para hacer nuevos envases. El resto se incinera –con la contaminación que esto genera– o se abandona en vertederos, a menudo en países pobres que cobran por ellos a cambio de hipotecar sus tierras y acuíferos. Cuando no acaba en océanos como el Pacífico, donde las partículas del plástico forman una isla flotante.
Sólo una reducción drástica del número de envases que consumimos –y que en los últimos años ha aumentado exponencialmente por el auge del agua embotellada y los refrescos frente el consumo de agua del grifo– podrá resolver el dilema del plástico.
Las iniciativas para tratar de resolver el impacto de los envases, enmarcadas en la filosofía conocida como “residuo 0”, son cada vez más populares y extendidas.Por ejemplo, hace pocos días la ciudad de San Francisco (Estados Unidos) anunció la prohibición de venta de botellines de agua en dependencias públicas, antes ya había vetado el uso de bolsas de plástico de un solo uso. Una medida que ya han implantado una veintena de países africanos.
Los países nórdicos y Alemania o estados de Canadá, Australia y EE UU han adoptado otro método para asegurarse que recogen y recuperan el máximo número de envases. Se trata del sistema conocido en nuestro país como depósito, devolución y retorno(SDDR). 

Depósito significa que hay un valor económico asociado a cada envase, un incentivo para que ese envase vuelva a la cadena de producción en las mejores condiciones para su reciclado y que esa cantidad no es un impuesto o un coste extra, sino un adelanto.

Devolución significa que esa cantidad que el consumidor ha adelantado se le reembolsa en su totalidad cuando el envase se entrega de nuevo en el comercio.

Retorno significa que el envase vuelve a la cadena de producción, es una materia prima en condiciones de convertirse en cualquier nuevo producto, el ciclo se cierra y no hay residuos, sino recursos.

El Sistema de Retorno es un sistema de gestión de residuos, de envases en este caso, que asocia un valor a cada envase para que éste sea devuelto por el consumidor para su reciclaje. Es un sistema paralelo a los SIG y sólo destinado a los envases de bebidas. Los sistemas integrados de gestión que funcionan actualmente deberán seguir existiendo para multitud de envases que no están incluidos en el SDDR (latas de conservas, envases de productos lácteos, licores y vinos, bandejas de plásticos….).

El sistema funciona de este modo:

-Los productores (embotelladores, importadores o distribuidores) pagan el depósito al operador del sistema por cada envase que ponen en el mercado.

-Los comercios (hiper y supermercados, tiendas medianas y pequeñas, gasolineras, etc.) compran los productos, y sus envases, a los productores. Pagan el precio del producto más el depósito por cada envase. También cobran a los consumidores por el envase a la hora de la compra, y devuelven su importe cuando éstos lo devuelven.

-Los consumidores compran el producto envasado y pagan el depósito por cada envase al comercio. Cuando han consumido el producto, si entregan el envase vacío en cualquier comercio, se les devuelve íntegramente el depósito pagado. Si el consumidor no quiere devolver el envase, la cantidad queda en el circuito y ayuda a financiar el sistema.

-El operador del sistema devuelve a los comercios lo que han pagado a los consumidores según recibe los datos de parte de éstos. Realiza la compensación entre los agentes que intervienen en ciclo. Además se encarga de gestionar la logística de los envases, la correcta recuperación de los materiales y controlar el flujo económico entre los diferentes agentes que intervienen.

-La Administración Pública se encarga de controlar la transparencia de las estadísticas y datos de la gestión del operador y audita las cuentas de todo el sistema.




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