En el mundo de la investigación, el movimiento de open access comenzó alrededor de 2005 para cambiar el ciclo que sigue el mercado de la información científica: las instituciones invierten dinero público en los investigadores, cuyo trabajo se publica en revistas que revisan sus estudios; y estas revistas venden de nuevo a los investigadores los contenidos cerrados a precio de suscripción. La consecuencia es que ese dinero público que financia la investigación no permite el acceso directo a los resultados de los centros de I+D. Se tienen que recomprar a las revistas científicas que los introducen en el circuito comercial y los venden a las bibliotecas.
España es uno de los países mejor posicionados de la Unión Europea en acceso abierto a los estudios científicos –a través del proyecto de repositorios en abierto Recolecta– y el único que tiene un mandato por ley al respecto.
La Comisión Europea puso en marcha en agosto de 2008 el "Piloto de Acceso Abierto en el Séptimo Programa Marco (7PM)” para permitir el acceso gratuito a la información científica, después de un período de embargo de 6 o 12 meses, de los proyectos financiados a través de este programa. En julio de 2012 se publicó además una recomendación de la CE sobre Acceso Abierto para que todos los países de la UE sigan los pasos de España y contemplen esta actuación por ley. Además, la CE anunció que a partir de 2014, las investigaciones financiadas directamente por la UE a través de su 8º Programa Marco tendrán que publicarse con open access.
En sintonía con esta normativa, el artículo 37 de la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación aprobada en 2011 establece la obligación de difundir estos trabajos “a través de repositorios temáticos institucionales de acceso abierto cuando la actividad investigadora esté financiada mayoritariamente con fondos de los Presupuestos Generales del Estado”.
“La investigación financiada con fondos públicos, en otras palabras, la que se paga con el dinero de los contribuyentes, debe ser accesible para el ciudadano, cuyos horizontes se ampliarán considerablemente al tener a su disponibilidad investigaciones de alta calidad en la web”. Un caso claro es el de las pequeñas y medianas empresas, que son generalmente incapaces de pagar para acceder a las suscripciones de los resultados de investigación,principalmente revistas, lo que supone un factor clave que impide su desarrollo en innovación.
En Europa hay cerca de 800 empresas editoriales, que publican aproximadamente la mitad de los artículos de investigación en el mundo. El 43% del total de los trabajos científicos son de investigadores europeos. Según un estudio publicado recientemente en la revista BMC Medicine, la salud del movimiento open access es buena y se expande rápidamente. Sus resultados indican que, en 2011, un 17% del total de los trabajos científicos que se publicaron en el mundo fueron a través de revistas de acceso abierto.
Escoger: vía verde o dorada
Los dos modelos que se pusieron en marcha para cambiar el mercado de la información científica hacia el acceso abierto son la vía dorada y la verde.
Por la vía dorada, el autor paga para que todos los lectores tengan acceso inmediato a la versión completa publicada. Las instituciones públicas invierten dinero en los científicos para que investiguen y difundan su trabajo en revistas que cobran por publicar en abierto.
La vía verde se basa en que los investigadores autopubliquen su trabajo sin pagar por ello. La versión final de su artículo, una vez revisado, se deposita en un repositorio de acceso abierto después de un período de embargo que “en el caso de Nature es de seis meses”. En España, la vía que se está implantando es la verde, la que promueve la Ley de la Ciencia.
La Asociación Internacional de Editores Científicos, Técnicos y Médicos, sin embargo, considera que el acceso abierto verde es válido, siempre y cuando no dé lugar a la cancelación de las suscripciones. Pero, por supuesto, con el tiempo lo hará, y por eso considera que el acceso abierto dorado es, por lo tanto, la única solución viable a largo plazo.
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