Investigadores del Instituto Cavanilles de la Universitat de València han diseñado una pila termoeléctrica que funciona con microorganismos (Microbial Thermoelectric Cell o MTC). Se trata de un dispositivo que transforma el calor metabólico que desprenden los microrganismos en una corriente eléctrica. La explicación del proceso ha siso publicada en la revista Plos One.
La nueva tecnología ha sido posible gracias al desarrollo a la investigación bioenergética llevada a cabo por el grupo de Biotecnología y Biología Sintética liderado por Manuel Porcar. El método que permite generar energía de forma limpia y renovable se basa en el llamado “efecto Seebeck” o “efecto termoeléctrico”.
El efecto Seebeck establece que una placa compuesta por dos metales diferentes en cada cara, al ser sometida a una diferencia de temperatura, genera una diferencia de potencial y, por tanto, electricidad.
El efecto Seebeck establece que una placa compuesta por dos metales diferentes en cada cara, al ser sometida a una diferencia de temperatura, genera una diferencia de potencial y, por tanto, electricidad.
Así, el sistema MTC es un dispositivo que conecta térmicamente un cultivo de levadura, donde están los microbios, a una placa termogeneradora. Ésta tiene un lado frío que está conectado a un radiador que disipa el calor. Cuando las levaduras crecen, producen calor, de modo que se crea un gradiente térmico y, por fin, también corriente eléctrica.
En las primeras pruebas, con volúmenes de cultivo mínimos, sólo se han generado unos pocos voltios. Pero los científicos trabajan en la mejora del rendimiento del proceso, probando cultivos microbianos exotérmicos y poniendo a punto sistemas preparados especialmente para la producción de electricidad. Lo importante, hasta ahora, es que el proceso funciona.
Se puede usar como refrigeración
La producción de electricidad gracias a microorganismos es un fenómeno conocido y usado. Hasta ahora se han usado en diversos experimentos las llamadas Microbial Fuel Cell (pilas de combustible microbiano), en las que se produce una transferencia de electrones de la materia orgánica a un ánodo. El MTC es diferente, ya que se vale de un efecto termoeléctrico y supone un hito en este tipo de energía limpia.
Este sistema puede tener diversas aplicaciones. Una de ellas, la generación energética impulsada por empresas biotecnológicas. También se podría usar en fermentaciones alcohólicas y en biorremediación y compostaje. Los investigadores destacan un uso muy especial: se puede producir electricidad regulando la temperatura de los cultivos, de modo que, al mismo tiempo, se pueda ahorrar energía al poder usarse como refrigeración.
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