Hoy es el Dia Mundial de Internet y sobre la red se cierne la sombra del fín de la Neutralidad de la Red y el recurrente debate que se genera alrededor del control y de los límites de la libertad de expresión en los entornos digitales.
La Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC) ha dado luz verde a una polémica propuesta que acerca la posibilidad de regular internet y cobrar por un acceso a la red prioritario y de más velocidad.
La discusión gira en torno al concepto de neutralidad de la red, que implica que todos los datos tienen que ser tratados, en principio, de la misma forma en internet para que no haya discriminaciones. Pero las empresas de telecomunicaciones piden poder hacer excepciones, por ejemplo, para poder ofrecer una mayor rapidez y garantizar un nivel de calidad de transmisión a cambio de una retribución.
Quienes se oponen al plan temen que por el proyecto de la FCC surja una red con dos clases, en las que las grandes empresas con más recursos podrán comprar un trato preferencial, mientras que quien no disponga de dinero para hacerlo se deberá contentar con un servicio de peor calidad.
Que Internet sea una red neutra equivale a afirmar que en Internet nadie puede privilegiar ni bloquear una conexión entre dos nodos cualquiera de la Red. De este modo, una vez tengo acceso a Internet -lo cual conlleva generalmente el pago de la tarifa convenida con un Operador que preste servicios de acceso a la misma- nada ni nadie, ni siquiera -y especialmente- el operador con el que tengo contratado mi acceso a Internet puede impedirme que conecte con un nodo cualquiera.
El carácter neutro de la Red emana de algo tan sencillo como que un bit -la únidad básica de información en la era digital- es siempre, y únicamente, un bit. Sin importar el todo, sin importar para nada la pieza mayor de información -mensaje, noticia, obra cultural o de ocio- de la cual el bit forma parte, un bit es siempre un bit y, tomado de forma independiente, resulta indistinguible de cualquier otro. Esta noción tan básica es la que justifica la imposibilidad de querer tratar de forma diferente el tráfico de datos en Internet en función del tipo de mensaje que se transporta o en función de cuál es el servidor que te ofrece esos datos.
Por otra parte vemos estos días como, aprovechando el siempre lamentable hecho de un asesinato, el Gobierno pretende "poner coto" a ciertas expresiones que incitan al odio o hacen apología del delito en las redes sociales y está estudiando la posibilidad de crear instrumentos legales adicionales para perseguir estos actos. En este momento ya hay dos jóvenes de 19 años imputados por exponer opiniones y canciones vejatorias contra determinados políticos, incitando a la violencia contra ellos.
No debería ser necesario recordar que hay actos que no están bien, que son feos y reprobables, pero no son delito. La moral no debe interferir en el Código Penal, aquí no rige la Sharía ni nada similar. Si alguien se siente ofendido puede ejercer la denuncia particular. Pero no debe ser el Estado el que actúe como guardián de una determinada moral.
Os dejo como ejemplo una hermosa canción de Gianna Nannini y su posterior parodia contra Silvio Berlusconi aprovechando la letra y música de la canción.
Y la posterior parodia
Si hubiera un atentado contra Berlusconi ¿consideraríamos culpables a los autores de la parodia? ¿debería prohibirse?.
Cierto que no todos los casos serán iguales y que puede haber excesos. Pero cuando la cosa se embrolla y no aparece clara, es saludable volver al comienzo, a los principios básicos y ante la duda la libertad.
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